Mindundi Se sentía como una mindundi mientras reflexionaba frente al espejo, mal apoyada en el lavabo, preguntándose por la imperfección de la mediocridad que le acosaba en todo cuanto hacía, sin entender por qué todo se le pudría tan rápido… en un mundo agrio que no entendía. De pronto, solo asintió para sí. Y sonrió. Se había dado cuenta de que el mundo que le sostenía solo era una prueba. Una prueba de la que liberarse. Liberarse de las dudas, el miedo y el dolor. Aunque ya lo hubiera intuido o pensara que lo había ido aprendiendo a lo largo de las décadas, cada una de ellas como una losa en su fosa llena de cruces de caminos, fue en ese preciso instante en el que su rostro en el espejó se lo mostró con total claridad. Como si se hubiera desempañado como el vapor de la ducha que escapa al abrir la puerta. Había comprendido que daba igual lo que hiciera, cuánto se esforzara…, siempre habría dificultades a menudo sin sentido, sin lógica o razón, adversidades irónicamente forman
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